lunes, 9 de julio de 2007


FERTILIZACIÓN FOSFORO-AZUFRADA EN SOJADiagnóstico y tecnología de aplicación.
La fertilización de la soja en la región pampeana central es una práctica cada vez mas difundida, acompañada de la aparición de respuestas económicamente rentables. Diversos trabajos (Echeverría et al., 2002; Ferraris y Elisei, 2003) han permitido identificar umbrales críticos de respuesta a fósforo (P). Sin embargo, es necesario obtener mayor información acerca de aspectos tecnológicos como el ajuste de la dosis óptima a través de la construcción de curvas de respuesta, y evaluar la eficiencia de formas alternativas de aplicación respecto de la tradicional localización de los fertilizantes al costado de la línea de siembra. En este sentido, la aplicación anticipada al voleo de dosis elevadas de fertilizantes fosforados en siembra directa ha mostrado resultados alentadores (Bianchini, 2003). Respecto del azufre (S), si bien se han logrado avances en la predicción de deficiencias del nutriente a través de la identificación de variables que fueron asociadas con la respuesta a la fertilización (Ferraris, 2004; Ferraris et al., 2004), la falta de un criterio definitivo exige que estas variables dnecesiten seguir siendo estudiadas en condiciones de campo. A su vez, de la misma manera que como sucede con P, existe muy poca información sobre tecnología de fertilización, y pocos trabajos han profundizado en aspectos tales como momentos de aplicación (Ferraris et al., 2001) o comparación de fuentes fertilizantes (Gutiérrez Boem et al., 2004), por lo que es necesario también generar más información en este sentido. Los objetivos de este trabajo fueron:
Construir una curva de respuesta a P en el cultivo de soja
Evaluar la eficiencia de aplicaciones de P anticipadas, respecto de las realizadas a la siembra del cultivo
Evaluar la respuesta de la soja a la fertilización con S y comparar la eficiencia de una aplicación anticipada al voleo vs. la incorporación localizada del fertilizante a la siembraEvaluación económica de la aplicación de dosis crecientes de P incorporado, y de S promedio de tres formas y fuentes de aplicación.
1. Antecedentes del producto
El cultivo de soya (Glicine max L.) en Bolivia se concentra principalmente en el Departamento de Santa Cruz, que por las condiciones que posee es considerada como una de las mejores del mundo.
El rendimiento promedio de la región fluctúa entre 1,9 a 2,5 tm/ha, sin riego ni fertilizantes, que de acuerdo a la FAO son más altos que los obtenidos en Brasil con 1,65 Tm/ha país que es el segundo productor de soya en el mundo, después de EEUU (Villalobos y Espejo, 1997).
La expansión del cultivo de soya en el departamento de Santa Cruz, según Justiniano (2000), obedece a 5 factores fundamentales:
Dotación de tierras vírgenes baratas
Existencia de un mercado amplio y protegido en los países andinos
Apoyo crediticio del sector público y privado
Expansión de infraestructura industrial de procesamiento
Empuje e iniciativa de empresarios bolivianos y extranjeros
La soya no es un cultivo muy exigente y produce en una amplia gama de suelos bien drenados, pero en suelos arenosos la producción resulta menos estable. A veces hay dificultades en la siembra y emergencia en suelos arcillosos pesados, pero una vez que la soya se ha establecido, se adapta mejor a ellos que muchos otros cultivos. En forma general, se logra mejor desarrollo y se obtienen altos rendimientos en suelos francos. La soya si es afectada por suelos ácidos o alcalinos. En Bolivia uno de los problemas más frecuentes es la compactación de los suelos, que afecta al desarrollo, crecimiento y rendimiento de las plantas. En campos donde se registra este problema no debe sembrarse la soya a menos que se recurra a practicas culturales para modificar esta situación (descompactado), escogiendo los implementos adecuados, como el arado cincel (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO,1991).
La expansión del área de cultivo de soya fue posible, entre otros mencionados anteriormente, por el desarrollo de nuevos cultivares adaptados a las condiciones climáticas regionales. Son producto de la investigación en mejoramiento genético y de la selección de líneas de diversas instituciones, principalmente de Brasil, Argentina y Colombia. Estos trabajos fueron encaminados por el CIAT (Santa Cruz) e IBTA (Yacuiba). Anteriormente había pocos cultivares y la variabilidad genética en el campo estaba limitada, favoreciendo así la proliferación de enfermedades (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
Son indispensables investigaciones dirigidas al desarrollo de cultivares propios con mayor resistencia a enfermedades y amplia adaptación. Actualmente el cultivar mas sembrado sigue siendo “Cristalina”. Las principales variedades recomendadas para verano e invierno son las siguientes: Totai, Doko, CAC-1, Ocepar-9, Cristalina, Embrapa y Emgopa (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO - UAGRM,1994).

2. Sistemas de producción
La siembra es la base del establecimiento y del proceso de producción. Entre los factores que determinan el éxito están las épocas de siembra las condiciones del suelo (estructura, humedad, oxígeno), el arreglo y manejo de la sembradora (distancia, profundidad, velocidad) y la calidad de la semilla (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
La siembra debe realizarse de preferencia después de una lluvia sustancial para aprovechar la humedad del suelo. La sembradora no debe exceder una velocidad de 6 a 7 km/h, para que la semilla se distribuya uniformemente en el surco. Es recomendable efectuar la siembra de verano entre noviembre y febrero y la de invierno entre abril y junio (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO,1991).
Es esencial que las plantas de soya estén bien noduladas para que fijen cantidades adecuadas de nitrógeno y logren buenos rendimientos. El medio más confiable para garantizar la nodulación es la inoculación de la semilla con sepas seleccionadas de la bacteria específica Bradyrhizobium japonicum. En el departamento de Santa Cruz las cepas USDA 136 y E109 del inoculante N2 para soya han dado buenos resultados. Aunque los rhizobios pueden sobrevivir en el suelo varios años, se recomienda inocular cada año. La mejor nodulación se produce en campos en los cuales se cultivó soya en los últimos 3-4 años. En campos sin soya durante cinco o más años, la inoculación debe realizarse siempre (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO,1991).
La distancia entre plantas, tanto entre y dentro surcos, es uno de los factores más importantes para la obtención de altos rendimientos de grano. A medida que se aumenta el espaciamiento entre plantas, se disminuye la altura de la planta y de la inserción de la primera vaina, se reduce el grado de acame y se aumenta el número de ramas y vainas por planta, el rendimiento por planta y el peso medio de las semillas. Para el máximo potencial de producción de las plantas en nuestro medio, los espaciamientos de siembra varían de acuerdo a la zona, variedad y época de siembra, por lo general se recomienda una población media de 300000 pl/ha en verano y 600000pl/ha en invierno (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO - UAGRM, 1994).
El período más perjudicial de competencia con el cultivo de soya es entre 15 a 35 días después de la siembra. Cuando se realiza el control de malezas después de este tiempo, no se logra reducir las pérdidas en rendimiento. Las malezas son fuerte competidoras con la soya por luz, agua, y nutrientes. También sirven de hospederos para insectos y enfermedades, dificultan la cosecha y disminuyen la calidad del grano. Se pueden utilizar las siguientes formas de control de malezas:
Control cultural, que consiste en la preparación oportuna y eficiente de suelos, sembrar con las densidades recomendadas, rotar la soya con maíz, trigo, sorgo y arroz.
Control mecánico, que consiste en la eliminación de malezas utilizando diferentes implementos agrícolas, como ser: palas, cultivador de escardillos o cultivador de flejes.
Control químico, consiste en la aplicación de herbicidas. Este método es bastante eficaz y complementario a los anotados anteriormente.
El cultivo de soya es atacado durante todo su ciclo por distintas plagas. A pesar de los daños causados al cultivo, no se recomienda la aplicación preventiva de productos químicos, por que esto eleva los costos de producción, aparte de perjudicar a los controles naturales como depredadores, parasitoides y entomopatógenos de los insectos plagas. Las principales plagas que atacan a la soya en Bolivia son: anticarsia, falso minador, chinches, picudos y barrenadores (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
Este cultivo también es atacado por decenas de enfermedades causadas por hongos, bacterias y virus. Algunas de ellas causan pérdidas apreciables en el rendimiento y la calidad de la semilla. La expansión del cultivo esta trayendo cada vez nuevos problemas de enfermedades como resultado del moncultivo y por introducción a través de implementos agrícolas, intercambio de germoplasma e ingreso de semillas. Se distinguen 30 enfermedades de importancia económica, de las cuales 17 han sido identificadas en el departamento de Santa Cruz. Entre estas se pueden mencionar a: cancro del tallo, cercospora, septoria, mildio, rizctonia, tizón, mosaico, nematodos (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
La cosecha de la soya debe realizarse en el momento oportuno y con mucho cuidado. El grano de soya es muy susceptible a daños mecánicos ocasionados por la cosechadora, que pueden perjudicar su posterior conservación, disminuir su valor como semilla y reducir su calidad industrial. El período de cosecha no es muy amplio, lo que obliga a una constante atención del productor. La condición de cosecha se manifiesta cuando la hojas amarillean y caen, los tallos se vuelven quebradizos y las vainas se abren con facilidad cuando se las presiona con los dedos. Generalmente esta tarea se inicia cuando el cultivo a perdido el 95% de sus hojas, las vainas han adquirido un color café marrón y el grano está entre 15 y 18% de humedad (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996; CIAT – ANAPO,1991).


3. Áreas de producción

La localización del cultivo de la soya en Bolivia está concentrada en el departamento de Santa Cruz, que abarca la zona integrada (San Pedro, Yapancani, Okinawa, Santa Cruz Central y Santa Cruz Sur) y la zona de expansión (Pailón Central, Sur y Norte; Tres Cruces y San José). En la región de Gran Chaco y O´Conor del departamento de Tarija también existe cultivos de soya en menor proporción que en la del Oriente (Villalobos y Espejo, 1997).


4. Características del producto
Bolivia tuvo un proceso de expansión permanente desde la década de los ochenta hasta 1999 en el que se registro un punto de inflexión que marca el inicio de un decrecimiento: El sector más dinámico de la economía boliviana durante los últimos 15 años ha sido el de las oleaginosas en el periodo 1990 a 1999 las exportaciones totales aumentaron en un 25% mientras que las oleaginosas lo hicieron en un 747% por ello es un producto de alta sensibilidad política y económica. Las exportaciones de productos oleaginosos de Bolivia a la Comunidad andina en los últimos 5 años constituyen el 60 % del total (Justiniano, 2000).
El sector oleaginoso representa el 3% del PIB Nacional y el 27% de las exportaciones nacionales después de la minería. Con respecto a Santa Cruz, este sector contribuye en un 30% del PIB y con el 63% de las exportaciones. Del total de las exportaciones el 75% tiene como destino los países andinos. La soya representa un 90% del sector oleaginoso (CAF, CID, CLACDS-INCA, 2001).


Composición de productos de proteína de soya comunes
Nutriente
Leche de soya STS* (%)
Leche de vaca (%)
Proteína
3.7
3.4
Grasa
3.2
3.5
Carbohidratos
6.3
4.7
Calorías / 100 g
68.8
63.9
Sólidos totales
13.8
12.6
Fuente: Asociación americana de soya*STS: Soya Technology System Ltda. / Singapore


5. Producción
El crecimiento de este sector en los últimos cinco años ha sido impresionante, convirtiéndose en uno de los productos más importantes de Bolivia. La denominada zona de expansión se incremento fuertemente durante los años 1992 a 1995 en 276 mil hectáreas, actualmente la producción de soya alcanza los 1.310,7 millones de toneladas métricas (CAF, CID, CLACDS-INCA, 2001).


6. Usos de la Soya
El grano de soya es utilizado principalmente en la producción de aceite refinado para la exportación y consumo nacional, como subproducto de la producción de aceites, la torta de soya resultante es destinada para la producción de harinas para consumo animal, principalmente para el sector avícola.
Algunos países utilizan el grano de soya en una gran cantidad de industrias
de alimentos como ingrediente en: embutidos, chocolates y repostería (CAF, CID, CLACDS-INCA, 2001). Actualmente se han identificado más de 100 diferentes
recetas que utilizan Soya para la confección de platos típicos de la cocina boliviana, los cuales no han sido difundidos de manera masiva.
En Europa y Asia se producen harinas integrales de soya para la panificación y producción de leche de soya. También se producen sémolas desgrasadas para la elaboración de carne de soya y para la panificación (Caridades agropecuarias).


7. Caracterización del consumo
La soya ha sido utilizada como alimento humano desde 3000 AC. En la China antigua, era considerada uno de los cinco granos sagrados y un componente importante de la dieta. Se consumió la soya cocida, fermentada o procesada industrialmente. En el mundo occidental, la soya no ha sido fácilmente aceptada debido a la gran disponibilidad de grasas animales. A partir de la segunda guerra mundial, cuando en los Estado Unidos la soya se cultivó en gran escala, se la utilizo como alimento para el ganado y en procesos industriales. La soya se la cultiva hoy en diversas partes del mundo y es un alimento que constituye una solución potencial para resolver los problemas nutritivos en las regiones tropicales (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
Los componentes principales del grano de soya son la proteína y el aceite. Los cultivares mejorados contienen un promedio de 38 42% de proteína y 18 a 22% de aceite, considerando el peso seco de la semilla. La proteína de soya se caracteriza por un equilibrio entre los aminoácidos, con bajas concentraciones de los aminoácidos azufrado, metionina, cistina y elevadas concentraciones de lisina y triptófano. Los cereales presentan una situación inversa, y por lo tanto, mediante la combinación de la soya con los cereales es posible obtener un alimento de buena calidad proteínica. De la soya se preparan diversos tipos de comida, incluyendo bebidas, pastas, requesones y condimentos fermentados, algunos parecidos a la leche, el queso y la carne (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).


8. Transformación y comercialización
En la actualidad la soya tiene tres mercados importantes: grano, aceites y torta. La torta de soya se utiliza principalmente como suplemento proteico incorporada a los alimentos para animales, especialmente aves. El aceite de soya es comestible y se lo usa en diversas formas en la alimentación humana, principalmente para cocinar, en ensaladas, como grasa para repostería y como óleo margarina. El aceite de soya también se utiliza cada vez en mayor medida como componente de ciertas pinturas, barnices y productos resinosos (Proy. Rhizobiología Bolivia, 1996).
El mercado local para productos de soya es relativamente pequeño, pero está creciendo por el aumento de la demanda para alimentos balanceados (mayormente para la industria avícola). La industria aceitera se esta expandiendo aceleradamente en los mercados de la región primero a través de ventas a prueba, luego por la identificación de distribuidores en los mercados meta, el establecimiento de infraestructura de comercialización y finalmente con la instalación de facilidades de almacenaje y producción en los mercados meta (Villalobos y Espejo, 1997).
Los mercados más importantes para la industria de soya boliviana son los de la Comunidad Andina, Chile y Brasil. Los principales productos de soya exportados a estros mercados son: harina de soya (64%), grano no procesado (26%) y aceite procesado (10%). En Bolivia la industria oleaginosa tiene una escasa integración vertical con el sector agrícola proveedor de la materia prima, fundamentalmente de la soya (Villalobos y Espejo, 1997).